Estas últimas semanas hemos estado preparándonos para lo nuevo que está por llegar.
Llega lo nuevo, como aquella humilde pareja que estaba a punto de dar a luz en tan complicadas circunstancias.
El primer posadero los hubiera recibido si no fuera por el pequeño detalle de estar tan cerca de dar a luz un nuevo ser. O sea, si no hubiesen tenido una situación tan impredecible, por ello los rechazó.
El segundo posadero, estuvo encantado de que llegasen nuevos huéspedes... siempre y cuando pagasen el precio que él estimaba adecuado, en las circunstancias de María y José, lo que podían pagar no era suficiente para aquel hospitalero, por tanto también los rechazó.
El tercer posadero, aunque estaba dispuesto a atenderles, resulta que tenía todas sus estancias completamente llenas, pues acababan de llegar 12 huéspedes que lo ocupaban todo.
Aún así, no los rechazó, les ofreció... lo que le quedaba, lo menos incómodo para él, y bueno, ... algo es algo.
Podríamos mirar todo este proceso como lo que nos ocurre a todos cuando nos llega algo nuevo.
Hay ocasiones en las que actuamos como uno o como otro posadero... ¿Nos reconocemos quizá en alguno de ellos?
Para nuestra cultura occidental, Roma estaba en el centro del mundo en aquella época. Y para la clase el Mare Nostrum, continúa siendo el centro de las narrativas.
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